Jan-Ole Hoffmann
En buena forma detrás de la cámara y delante de la cámara
Un día me desperté y empecé mi rutina habitual: me levanté de la cama, fui al baño y me preparé para ir a trabajar. Soy un fotógrafo de 36 años y, de repente, me encontré atrapado en una rutina sin fin. Mi desayuno solía consistir en tres barras de chocolate adquiridas a través de buen viejo amigo: la máquina expendedora del trabajo. Cada mañana lo mismo. Cada mañana. Como fotógrafo de moda, estoy acostumbrado a trabajar con cuerpos perfectos todos los días. Y mis modelos no son necesariamente más jóvenes que yo.
Pero aquí sigo yo, en frente del espejo del baño, con una mirada fija clavada detrás:
Este hombre no tiene nada que ver con esos hombres con los que trabajo que están en forma. Tengo un vientre flácido y nada musculado -al menos si no pones mucha imaginación.
Entonces se encendió una luz: Ei, que tampoco eres tan viejo todavía -aunque tu estilo de vida está lejos de ser saludable. ¡Ve y ponte en forma! Y así lo hice.
Ese mismo día me inscribí de prueba en el gimnasio local. Después de la primera sesión de ejercicios, fui al menos tres veces a la semana.
Pero pensé que, incluso el entrenamiento más duro, no sirve para nada sin una alimentación adecuada. Eliminé por completo el azúcar de mi dieta. Pero tuve un problema, ¡hay azúcar en casi todos los alimentos que tomamos! Incluso en la salsa de tomate (donde menos lo esperaba).
Taché todos los alimentos procesados de mi lista de la compra y empecé a cocinar con ingredientes frescos.
Además de mi entrenamiento en el gimnasio, empecé a hacer más ejercicio cardiovascular. Comenzando con carreras de corta distancia y terminando con un promedio de 120 km (74,6 millas) a la semana.
Con tal de ajustar mejor mi dieta con el régimen de entrenamiento, leí mucho sobre nutrición y me dejé asesorar por un amigo que trabaja como nutricionista.
Empecé a picar frutos secos durante el día y los integré en mi dieta. Desde nueces y nueces de Brasil, a almendras y pistachos. Lo que más me gustó de los pistachos fue, por supuesto, su buen sabor. Además que contienen el tipo correcto de grasas y proteínas necesarias para el desarrollo de la masa muscular y el posterior mantenimiento.
Esta es la historia de cómo rompí con ese círculo vicioso, los malos hábitos alimentarios y el poco ejercicio que realizaba. A parte de correr e ir al gimnasio, me he aficionado también al mountain bike. Ahora, cuando me miro en el espejo, ya no veo a ese chico vago y flácido. En lugar de eso, veo a un hombre en forma, feliz y con buen aspecto.
Incluso mis despertares han cambiado. Ahora me levanto de la cama y me siento lleno de energía. Llevo una dieta saludable. Disfruto de mi nuevo estilo de vida. Y tengo la posibilidad de competir con todo esos modelos de mi trabajo, con sus perfectos abdominales y sus bíceps tonificados.